Era una tarde tranquila de verano, y la brisa suave acariciaba los rostros de Clara y su hija Sofía mientras se sentaban en la terraza de su casa. El sol comenzaba a descender en el horizonte, teñiendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras, creando un ambiente casi mágico. El aroma de las flores del jardín, en especial de las lavandas, se mezclaba con el aroma de las galletas recién horneadas que Clara había preparado unas horas