Una tarde de verano, el calor se había instalado en la pequeña casa de campo donde Ana y su hija Laura vivían desde hacía años. La habitación estaba iluminada por una suave luz dorada que se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor.
Después de un día lleno de risas, juegos y exploraciones en el jardín, ambas se sentaron en la cama mientras el sol comenzaba a ponerse. Las noches calurosas como aquella