Era un soleado sábado por la mañana y en la cocina de un acogedor apartamento se escuchaba el suave tintineo de utensilios. La madre, Elena, estaba preparando el desayuno mientras su hija, Sofía, jugaba en la mesa con un rompecabezas colorido. La luz del sol entraba a raudales por la ventana, iluminando las sonrisas de ambas.
Sofía, con su cabello castaño y rebelde, miró hacia arriba mientras encajaba una pieza del rompecabezas.
—Mamá,